Promesas Quebrantadas

Esperanza y Sanidad para la Mujer Sexualmente Traicionada
Por Debra Laaser


Introducción

Eso de...«Felices por siempre»

Toda mujer que haya sido sexualmente traicionada recuerda con vívida claridad ese día oscuro y lleno de soledad en que la traición entró en el santuario de su matrimonio y cambió su vida para siempre. El matrimonio que creía basado en la verdad y la confianza estaba contaminado con la mentira y el engaño. Y ella se pregunta cómo podrá lidiar con el dolor que siente.
¿Cuál es exactamente la traición sexual que causa heridas tan profundas? La infidelidad de un marido puede consistir de diversos componentes: fantasías sexuales, pornografía, masturbación, sexo cibernético, salas de chat en la Internet, salones de masaje, aventuras emocionales o físicas y prostitutas. El problema que enfrenta
la esposa es que el esposo ha sido infiel a sus votos matrimoniales.
Ha deseado con lujuria, tocado o tenido algún tipo de relación sexual con otra persona. Y a veces con varias. No importa cómo salga a la luz esta noticia horrorosa, la esposa se siente sola. Escucha las experiencias de otras mujeres cuyas historias tal vez no sean iguales a la tuya, pero cuyos corazones sufren de la misma
manera.

Candace
Era un día común: empaqué el almuerzo de los niños, hice algunos quehaceres y luego me ocupé de las llamadas de mi negocio, el cual manejaba desde casa. Llevaba la ropa de mi esposo a la lavandería cuando del bolsillo cayó una hoja de papel que tenía varios nombres de mujeres. Sentí que me sonrojaba y se me aceleraba el pulso. Una oleada de náuseas me invadió. Casi no pude indicarle al empleado de la lavandería qué era lo que necesitaba.
Caminé hasta el auto como en sueños, caí redonda en el asiento del conductor y empecé a temblar. Me invadió el pánico. Ya no podía pensar en qué tenía que hacer. «Respira... respira...» era o único que se me ocurría en ese momento.
Ese día no pude hacer nada. Casi todo el tiempo estuve con la mirada perdida. En la noche confronté a Jeff y negó saber nada acerca de esos nombres. ¡En realidad, no tenía idea de cómo había llegado ese papel a su bolsillo! Mi ansiedad no cesaba, y al día siguiente me invadió el terror. Seguía llorando, mi ira crecía, pero no contaba con información para respaldar mi reacción. En privado planeaba una tarea de detective para descubrir más sobre esos nombres. Mi cerebro estaba enfocado en el modo de encontrar la verdad.
La segunda noche Jeff confesó que había estado viendo a una mujer durante un viaje de negocios. «Nada serio», dijo. «Solo tomamos unos tragos y conversamos». Descubrí que dudaba de su confesión. No podía evitar la furia que me invadía… así como mi obsesión con los nombres de esas mujeres. Sentí que enloquecía. Lloré durante toda esa semana, culpando a Jeff y distanciándome de él. Luego admitió que mi intuición era correcta: había tenido varias aventuras. Algunas de una noche, otras más duraderas.
Por fin había conseguido la verdad que tanto quería, pero en realidad me sentía peor, no mejor. Siempre había pensado que podría con cualquier cosa. Era una mujer independiente, ingeniosa,
líder. No obstante, ese día no supe qué hacer. Caí al suelo y no pude levantarme sino para llamar con un último aliento a mi pastor.

Paula
Siempre sospeché que Jerry tenía algo entre manos cuando se quedaba despierto hasta tarde y presentaba excusas para no venir a la cama conmigo. Apenas podía mantenerme despierta para ver el noticiero y detestaba que no fuéramos a dormir al mismo tiempo. Sentía que lo estaba desilusionando porque ya no tenía energía para conversar o ser sensual después de un largo día con nuestros tres pequeños.
Una noche en que no podía dormirme me levanté y fui a la sala. Allí encontré a Jerry masturbándose mientras veía pornografía en su computadora. Me quedé atónita y quería preguntarle muchísimas cosas. Él apagó la computadora y me dijo que en verdad esa era la primera vez que pasaba algo así. Lo lamentaba y no volvería a hacerlo. Parecía sincero y yo deseaba creerle. Volví a la cama, temblando de enojo y tristeza.
Unas semanas después volví a atraparlo haciendo lo mismo. Sabía que no le iba a gustar que me enojara, y esperaba que al no armar un escándalo tal vez él dejaría de hacerlo. No me imaginaba
hablando con nadie acerca de esto. Era vergonzoso y no se correspondía con la forma de ser de mi esposo, pero en el fondo me sentía muy avergonzada y asustada, ya que había algo entre nosotros que andaba mal.

Dolores
Siento que me alejo de mi esposo cada vez más porque parece que siempre está mirando a otras mujeres. Me siendo dolida e incómoda cuando estoy con él. Seguramente soy yo la que tiene un problema. Sé que estoy un poco más gorda desde que nacieron los niños. No obstante, aun así no me gusta nada ir a un restaurante o a la iglesia y ver que siempre está fijándose en otras mujeres o tratando de iniciar una conversación con ellas. Cuando le pregunto, dice que soy insegura, que tengo que cambiar. No sé qué puedo hacer.

Denisha
Mi esposo Jerome asistió hace un tiempo atrás a su reunión de antiguos compañeros de la escuela secundaria. Era el decimoquinto aniversario de su graduación. Desde entonces ha estado intercambiando mensajes de correo electrónico con una vieja «amiga». Cuando le pregunté, dijo que solo era una chica con la que salía en la escuela secundaria. No se habían hablado desde entonces, y cada uno había estudiado en una universidad diferente.
Han pasado varios meses y he observado que le envía fotografías
y regalitos. También veo que lo llama seguido. Me siento incómoda con la situación, pero Jerome dice que no pasa nada y que no debería ser tan paranoica y celosa.

Rita
Nico se comportaba de manera extraña un día y finalmente le pregunté qué pasaba. Dijo que no se soportaba más a sí mismo y que debía confesarme algo. Tenía una aventura amorosa con alguien que yo conocía. Ese «alguien» resultó ser una de mis mejores amigas. Creo que jamás sentí tanta rabia. Una vez que la verdad fue expuesta a la luz, me enfrenté a la realidad de que en verdad había dormido con tres amigas mías, además de las prostitutas a las que veía cada cierto tiempo. Empecé a preguntarme si mis dolores de cabeza durante el último año estaban relacionados con esto que acababa de contarme Nico.

Patty
Mi esposo y yo somos los mejores amigos. Nos contamos todo, excepto los secretos que ha estado ocultando acerca de espiar a las mujeres del barrio por las ventanas. Siempre creí que salía a caminar. Una noche un agente de policía lo trajo a casa porque lo encontró espiando por la ventana de una casa vecina. Toda mi vida quedó trastornada.

Danika
Kristoffer es mi segundo esposo y en estos tres años siempre ha sido atento conmigo en todos los aspectos. Jamás me sentí tan amada y protegida por un hombre. Le he confiado mi corazón por completo. Aun después de haber pasado por la dolorosa experiencia de un divorcio, jamás habría podido imaginar la angustia que representaría descubrir que mi nuevo marido tenía una relación amorosa con otra mujer. Kristoffer dice que me ama profundamente y que no ha tenido contacto físico con esta persona.
Dice que solo se ven en restaurantes y se escriben por correo electrónico. Quiero creerle, no obstante, ¿cómo sentirme amada como antes? Es evidente que se encuentra confundido por lo que siente por esa mujer. ¿Cómo pudo dejar que eso sucediera? ¿Qué se supone que hagamos ahora?

Kim
En los trece años que llevamos casados mi esposo ha tenido que viajar todos los meses por razones de negocios. No tenía idea de que había colocado su perfil en la Internet a fin de conectarse con mujeres en las ciudades que visita. Una de mis vecinas vio su aviso y me llamó. Al principio me dijo que solo era un experimento y que no tenía intención de conocer a nadie en realidad. Sin embargo, después que una de sus «conexiones» descubrió que él era casado, la mujer me llamó para contarle lo que hacía mi esposo. Presenté entonces una petición para el divorcio. Me quedé sola, con cuatro niñas pequeñas y siendo ama de casa. Me siento atascada.
Me arruinó la vida.

Simone
Mi esposo era ejecutivo y lo despidieron después de descubrir que usaba la computadora del trabajo para ver pornografía. Yo trabajo para la misma organización, así que la situación es extremadamente
incómoda para mí. Sin su salario no puedo dejar mi empleo, pero me avergüenza saber que todos allí conocen la situación. Me cuesta levantarme de la cama por la mañana.

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