12 Pasos para Superar la Masturbación
Debido a que es una práctica tan habitual e incluso aceptada en secreto, muchos piensan (están convencidos) que no hay forma de dejar de lado la masturbación. Hasta se ha llegado a decir que "es preferible antes que tener relaciones sexuales". Y aunque esto es verdad, ya que la masturbación no involucra a un tercero en la caída, sí hay forma de evitarla.
Es fundamental poner el asunto en manos de Dios a través de la oración, y permitirle al Espíritu Santo que mande y controle nuestra vida. Dios desea tener un grado de intimidad con nosotros que puede compararse a la unión sexual entre un hombre y una mujer. Él quiere saciar y controlar nuestro deseo sexual (antes del matrimonio) estando en Su Presencia.
La Biblia nos enseña que estando en junto a Dios, alcanzamos la "plenitud".
La Biblia nos enseña que estando en junto a Dios, alcanzamos la "plenitud".
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Otras versiones bíblicas traducen "hartazgo" en lugar de plenitud. Ese hartazgo de gozos se refiere a nuestro ser completo, es decir "espíritu, alma y cuerpo".
Dios quiere ser Él quien aplaque nuestro deseo que nos lleva a "estar quemándonos". |
Dedicarse a actividades que beneficien a otros; evitar los materiales sexualmente estimulantes (fotos, novelas eróticas o el acceso a sitios pornográficos en Internet); reconocer que el pecado
(incluyendo lascivia) es perdonado por Dios cuando es confesado con sinceridad y arrepentimiento; son algunas de las pautas principales que te ayudarán a dejar la práctica.
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1. Sé honesto con Dios.
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Reconoce que no puedes manejarla. Como con cualquier otro hábito (o vicio) erramos al decir "yo puedo controlarlo". Acepta también
que los pensamientos que te llevan a la masturbación y mientras lo haces, son un pecado contra Dios. Sé honesto en cuanto a tu pecado y pide que seas limpiado y decide dejarlo.
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2. Planta una estaca.
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Una "estaca" es un punto fijo que marca el comienzo de un viaje. Decide si quieres complacer a Dios más de lo que te quieres complacer a ti mismo, haz un pacto con Él y decídete a hacer tuyas estas palabras:
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3. Enchúfate al poder.
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Reconoce que no puedes ganar esta batalla con tu propio poder. No existen los Super Hombres ni Super Mujeres. El poder de tus fuerzas se termina delante de
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4. Renueva tu mente.
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Este problema empezó en tu mente, así que deja que Dios te
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5. Enfoca tu vista.
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Aparta tus ojos de cualquier cosa que te estimule sexualmente. Es obvio que no puedes vivir en un monasterio, así que tus ojos verán
objetos sexualmente estimulantes. Pero no sigas mirándolos, especialmente los materiales pornográficos, tanto impresos
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como en la web, las novelas de TV o las películas no aptas para menores, o de fuerte contenido sensual. No mires una segunda vez a la persona vestida sensualmente. Mantente en guardia cuando estás solo, especialmente donde es fácil sentirte tentado.
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6. Controla tu cuerpo.
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Cuando sientes que tu cuerpo va a explotar si no te alivias un poco de la presión sexual, mantenla bajo control por medio del ejercicio físico, haciendo el bien a otros, o dedicándote a actividades físicas divertidas
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(como andar en bicicleta o jugar al baloncesto). La actividad física es el mejor remedio para controlar la tensión que se produce en tu cuerpo por la actividad hormonal.
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7. Sincérate con un amigo.
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Pídele a alguien de tu mismo sexo, que sea espiritualmente maduro, que te haga rendir cuentas de tus actos. Confía en un amigo o líder juvenil. Pídele que te pregunte regularmente si estás evitando las miradas, etc; e incluso te pregunte si estás masturbándote.
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8. Evita estar ocioso
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Cuando estamos ociosos, sin tener actividad alguna o desatendiendo nuestras responsabilidades, labramos así el terreno de nuestra mente para dar
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lugar a todo tipo de siembra de tentación que vuele sobre nosotros.
Pareciera en esos momentos que los pensamientos bombardean (¡así es!) nuestra mente. |
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9. Reemplaza tus malos hábitos por buenos
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Es por demás conocido que sólo se puede vencer un mal hábito reemplazándolo por uno bueno. Especialmente cuando el problema raya en el límite de la adicción, si se intenta abandonar sin llenar el vacío que deja, generalmente genera ansiedad y nerviosismo que derivan en otro mal hábito o en una recaída.
La necesidad imperiosa e incontenible que sienten algunas personas por masturbarse (o por disfrutar de la pornografía) no es porque en el ser humano exista una necesidad básica y vital por hacer estas cosas, sino mas bien se debe a que a fuerza de jugar con ellas con la tonta idea de poder controlarlas
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terminaron cayendo en la dependencia de éstos estímulos, llegando éstos a ser, en los casos más extremos de adicción, tan importantes
como comer o hacer sus necesidades fisiológicas. La solución ya sea que la persona se encuentre en cualquier nivel de dependencia o crea "controlar" su mal habito es remplazarlo por uno bueno como aconseja Filipenses 4:8.
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10. Sigue adelante a pesar de tus fracasos.
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Si fracasas, no te desanimes. Te llevó tiempo formar este hábito, te llevará tiempo quitártelo. Si caes, no te revuelques en el polvo: más
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bien levántate, sacúdete el polvo por medio de confesar inmediatamente tus pecados y de recibir, por fe, el perdón de Dios. Una reincidencia no significa que no alcances la meta, simplemente que debes volver a intentarlo. Pero no te acostumbres a aceptar trivialmente tus fracasos.
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11. Si Dios te mostró quien es tu pareja de por vida... ¡Cásate!
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Quiero tomar este asunto con pinzas para que no se malinterprete. Toda pareja joven sabe que guardarse célibes en obediencia al Señor es una lucha grande. Si estás "noviando" y ustedes cuentan con la venia de Dios,
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Suena difícil, y es cierto HAY QUE ESTAR PREPARADOS, ESTE NO ES UN CONSEJO PARA PAREJITAS DE ADOLESCENTES O JÓVENES INMADUROS. En todo caso creo que si no estás preparado para afrontar un noviazgo "en serio" y estar enamorado te hace pecar, es preferible que termines la relación.
12. Empéñate en la victoria total.
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No tienes que pecar. No tienes que dejar que el radiador se recaliente. Al ofrecerte a Dios (en lugar de ofrecerte al pecado como instrumento de maldad), tu energía sexual se canalizará para hacer de ti un hombre o mujer poderoso para Dios. Confía en Cristo. Obedécele. El te dará la victoria.
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