JESUS Y EL VERDADERO YO


Necesitamos una base santa sobre la cual apoyarnos y relacionarnos mutuamente, y esa base es nuestra identificación con Jesucristo. Su propuesta de resurrección nos levanta para que podamos llegar el uno al otro con una visión y vida nuevas. Como el Papa Juan Pablo II escribió: “Cuando el corazón humano entra en una alianza con este carácter distintivo,… se manifiestan las posibilidades y disposiciones más profundas y sin embargo más reales de la persona”1. Sólo Jesús posee el amor que puede suscitar nuestro verdadero diseño de la oscuridad que lo ha ocultado.

Suponte que un pintor creó un hermoso cuadro, uno que contenía su estilo distintivo. Su orgullo con la pintura se comparaba únicamente con su aflicción cuando cayó en manos de vándalos que maltrataron la pintura hasta que su diseño original quedó apenas reconocible. Sus huellas digitales lo mancharon; capas de polvo y suciedad ocultaron la verdadera forma y colores de la pintura. El artista buscó en todos los lugares, desde la galería hasta el desván y el ático hasta que encontró su obra. Luego poco a poco, con precisión y habilidad infalibles, restauró la obra, reparando el daño y permitiendo que surgiera su diseño.

Jesús es el pintor maestro. Él persiste con amor para restituir el verdadero Yo en cada uno de nosotros. Luego nosotros, a través del poder de Su amor, comenzamos a emerger como en verdad somos. Esto tiene profundas implicaciones para nuestras identidades y relaciones personales.

La historia bíblica acerca de la creación ofrece la base para entender el carácter auténtico de la persona y las relaciones. Génesis 1-2 nos muestra nuestro verdadero diseño como hombres y mujeres juntos. Génesis 3 muestra las claves del cómo y el por qué llegamos a quebrantarnos. Las fuentes de nuestro pecado y vergüenza, incluyendo la hostilidad entre los sexos, se encuentran allí.

Pero mientras que la historia de la creación nos cuenta cómo alcanzamos este estado, la esperanza de recuperar nuestra verdadera identidad se afianza en nuestra unión con Jesús. De hecho, Su cruz es el lente a través del cual podemos ver el diseño de Dios para la humanidad y su quebrantamiento. Cada barrera en nosotros se convierte en una oportunidad de Cristo.

Para algunas personas, considerar el daño hecho a la humanidad crea una tentación de desesperación. Si ése es tu caso, ¡levanta los ojos! Cristo ha roto las cadenas que atan nuestros esfuerzos para amar. Y Él derrama Su poder para capacitar incluso al más débil de nosotros para amar bien.

En otras palabras, vamos a través de Cristo para llegar hasta Adán. Mientras que la pareja original, Adán y Eva, ofrece las claves de la intención de Dios para con nuestra propia humanidad, especialmente en las áreas de género y sexualidad, sólo Cristo es el medio para autenticar dicha intención en nuestras vidas. Lo que el Padre desea para nosotros, Jesús nos capacita para que lo hagamos realidad a través de Su fortaleza actuando en nuestra debilidad.

Extraído de Fortaleza en la Debilidad. Usado con permiso.

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