Superando la Idolatría Sexual y Relacional 4° Parte

Considera el impacto que la idolatría ya ha tenido en nosotros. Lo que solía estremecernos, ahora apenas lo registramos como algo malo en nuestros radares morales. Lo veo a esto como una lenta erosión de nuestros límites: la desaparición de la capa de ozono moral que nos deja a todos vulnerables a la idolatría como si fuera una parte normal de la vida.

La pornografía nos llama permanentemente en la internet. Cuanto más aún para una generación que ha mamado las realidades virtuales. Según una encuesta online realizada por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP): “1 de cada 4 chicos fue sorprendido con imágenes de sitios pornográficos”. Así es: “uno de cada cuatro chicos de entre 4 y 18 años le contó a sus padres que al ingresar al link de un correo electrónico basura, o después de bajar contenidos de Internet, la búsqueda se re direcciona hacia páginas pornográficas o sadomasoquistas”. (http://weblog.mendoza.edu.ar/nacionales/archives/022979.html)

Los jóvenes de hoy son bombardeados por los poderes oscuros que tienen autoridad para distorsionar el deseo normal en el fuego de la perversión. El Ministerio de Educación de la Nación admitió que “nunca antes ha habido tanta obscenidad disponible en tantísimos hogares a tantísimos niños con tan pocas restricciones”.
El sito pornográfico N° 1 en el mundo ofrece acceso gratis a un selección ilimitada de videos de sexo explícito. El número de visitas crece un 40% por mes.

Toda una nueva subcultura de chicos y pornografía está floreciendo, sin adultos que tengan un entendimiento de su impacto. Comencemos con una desconexión siniestra entre la realidad y la fantasía.

La fantasía los hace pasible de los depredadores. Debido a la internet, los índices de abuso sexual están en aumento: 25% en las niñas y 20% en los niños. 1 de 5 chicos son requeridos sexualmente online. 76% de los casos iniciado de sexo iniciados a través de la web involucra a chicas de 13 a 15 años de edad.

La promiscuidad florece entre los adolescentes y los adultos jóvenes. En Argentina, a los 14 años, el 41% de los varones adolescentes dijo haber tenido su primera relación sexual, y entre los 15 y los 16, el 61% de las chicas. La promiscuidad se puede ver en que Sólo un 5% mantiene relaciones estables y ocasionales al mismo tiempo. "Los adolescentes argentinos están lejos del estereotipo de promiscuidad sexual con el que a menudo se los vincula", dice el estudio. En cambio, son "monógamos seriales". Es decir que durante un año pueden tener varias parejas, pero no todas al mismo tiempo. "Se trata de relaciones únicas, fieles y consecutivas" La responsable del estudio es la socióloga Ana Lía Kornblit, investigadora del Instituto Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, que coordinó un equipo de 70 personas, encargadas, durante cinco meses, de entrevistar a estudiantes secundarios de todas las provincias. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=804041

El sexo es la nueva droga, a ser compartida entre los amigos. Ya no comunica compromiso, sino que un pasatiempo placentero. Cuando la realidad es que el sexo casual aniquila la verdadera amistad; rompe límites que dignifican la amistad. Produce agujeros en el alma de las personas.

Puede que el divorcio y las separaciones y los fracasos matrimoniales, muchos por causa del adulterio, que los jóvenes experimentan de sus padres tenga algo que ver con esto. Hasta hace unos 40 años atrás, el matrimonio era la fuerza más poderosa de la sociedad. Hoy ya no lo es. Desde que se legalizó el divorcio en Argentina, se empezó a romper la misma fibra de la sociedad. Muchos niños nacen hoy de padres que no están casados. A decir verdad, muchos jóvenes ni siquiera consideran al casamiento como una posibilidad en la vida. Recuerdo hace sólo 6 años cuando nos decidimos casar con Daniela, sentía por momentos que tenía como que dar disculpas por casarme, como si estuviera haciendo algo anticuado, pasado de moda. La pregunta era: “¿De cuánto está tu novia?” “se casan por apuro?” Nuestra falta de voluntad y renuencia a guardar nuestro compromiso matrimonial está por todos lados, en el aire que respiramos, en el agua que bebemos.

Yo mismo crecí en una cultura donde los hombres tenían a su esposa por un lado y una novia por otra. Mi abuelo paterno tuvo dos mujeres, e hijos con ambas. Mi padre, estando casado, tenía una amante. El adulterio era algo aceptado y aceptable.

Y con una trágica y corta visión de futuro; los hijos del divorcio y de parejas juntadas son doblemente propensos a romper sus votos también. Crecen confiando menos y con menos inclinación a comprometerse con otros de por vida.

Una cultura de divorcio, concubinato y adulterio es una cultura idólatra; la creatura decide lo que hará por sobre la voluntad del Creador. Apuesto a que el divorcio y el concubinato son las fallas más poderosas que socaban la imagen de Dios en la humanidad.

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